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Héroes anónimos: EL CHIPI

Estaba El Chipi en su habitual sitio de trabajo cuando recibió la llamada de una voz que le decía: “Para la planta y deja todo como está, lo estamos esperando en la placita, las guardias la estamos realizando aquí”, y el El Chipi respondió: "¡Pero señor!, no podemos abandonar la planta, hay operaciones mínimas que deben mantenerse y alguien debe quedarse para monitorearlas, no puedo…", y en ese momento se cortó el sistema telefónico quedando las partes sin acuerdo.
Eran momentos en que la producción de petróleo estaba literalmente parada y dicha planta de compresión de gas era la única que estaba en operación. Era como la mecha que debía mantenerse viva para que las operaciones no se desvanezcan.
Y fue cuando El Chipi y unos pocos operadores, decidieron mantenerse en sus puestos de trabajo porque sabían que si esa planta se para, moriría las operaciones en el lago y la reactivación sería una labor casi titánica que no sería conveniente enfrentarla.
Cuando se restableció el hilo telefónico, la misma voz le repetía: “deja todo como está y vuelve a tierra”, pero El Chipi nuevamente respondió: “¡no me pueden pedir que haga eso señor, ustedes me enseñaron a mantener operativas las plantas y eso es lo que estamos haciendo, y le ruego por favor no me pida hacer lo contrario!”. Aquella manifestación contundente de conciencia, dejó sin palabras a su interlocutor quien simplemente colgó el teléfono.
En ese momento, El Chipi y unos pocos operadores se estaban quedando solos con su planta. Permanecían totalmente aislados en medio del lago de Maracaibo, como náufragos en una isla. Y fue cuando aceptaron el reto y juraron solemnemente resistir hasta el final. Decidieron “las cosas que debía hacerse” y en conjunto mantuvieron las operaciones mínimas de dicha planta.
Pasaron los días y allí seguían, incomunicados y sin la asistencia de nadie. De cuando en cuando se asomaban a las barandas de la instalación para ver si alguien se aproximaba, pero al no haber gasolina disponible en el país, solo podía verse a lo lejos unas pocas chalanas de pescadores.
Mientras tanto, un grupo de trabajadores se organizaban casi informalmente para reiniciar operaciones en el lago y cuando por primera vez llegaron a la planta, hicieron un feliz descubrimiento: ¡encontraron vida en la planta!
Allí estaban, algo esqueléticos pero muy contentos, El Chipi y algunos  operadores, cuidando su planta como cuando uno cuida lo más preciado de su vida.
Habían podido subsistir gracias a la solidaridad de algunos pescadores, quienes se convirtieron en “los mensajeros”  que les llevaban algo de provisiones, ropa y correspondencia desde sus casas. 
Lo deben saber.
Con especial aprecio para el señor Roque Antonio Torres Navarro más conocido como “El Chipi” y Gilberto Nava, Excelentes personas y dignos hombres de trabajo.

Este relato es parte de la novela “LA ULTIMA GOTA DE PETROLEO”    que pronto será publicada.

1 comentario:

  1. Gran mensaje, hay hombres que enseñan mucho con pequeños ejemplos, porque su fortaleza está en sus principios por eso mismo muchos edificios no caen por sus buenos cimientos, sin conocerlo personalmente al señor "Chipi" a través de esta historia contada por Aristóteles, el señor "Chipi" es una fortaleza, por él, no caen los edificios menos aún podría cerrarse una planta...

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